En el pequeño pueblo de Lecina, situado en el corazón de la Sierra de Guara, vive uno de los árboles más hermosos de Aragón. Por eso desde aquí queremos invitaros a tod@s a que vayáis a conocerla y disfrutéis de su belleza.

Por el contrario las carrascas estaban contentas con esto, porque así las gentes del lugar no se atrevían a entrar en el bosque a coger leña.
Pero, la más joven de las encinas (carrasca) del bosque estaba muy disgustada, pues veía que este monte tenía muy mala fama y sentía pena por los habitantes del pueblo... Enojada por todo esto, no dejaba que ninguna bruja se refugiase en sus ramas.

Un grupo de árboles, muy presumidos, quisieron que sus ramas y hojas fueran de oro. Otras encinas deseaban desprender uno de los más deliciosos perfumes. Y por último, otras pidieron que sus hojas fueran brillantes y de cristal. Únicamente la pequeña encina guardó su mismo aspecto y continuó siendo como siempre, una “carrasquita”.
Transcurridos tres días desde que las brujas abandonaron el bosque comenzó una fuerte tormenta de viento y nieve. De repente los árboles de cristal quedaron hechos añicos y terminaron muriendo.
Otro día, por allí cerca, pasaba un pastor con su rebaño y no pudo hacer nada para detener a sus ovejas que se lanzaron como flechas a comer las hojas aromáticas. Después los del pueblo cortaron las encinas sin hojas perfumadas, para alimentar a sus ganados.
Sólo quedaban los árboles convertidos en oro, que no tardaron en ser saqueados por ladrones y vecinos.

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